A pesar de ese sentimiento de alegría, siempre mitigado por el temor…
Eres la misión más importante en mi vida.
No quiero que leyendo esto estés triste. Mamá ha sido muy feliz. He reído mucho. He aprendido a ser MADRE. Así, con mayúsculas. Porque entre terapias, revisiones médicas, y habitaciones de hospital, he sentido que ser madre es algo más que criar a una hija.
Ser madre es abrazarte, y decirte bajito que todo saldrá bien, cuando tu corazón se encoge en cada palabra.
Ser madre es acompañarte mientras sufres, en esas interminables revisiones, y sonreírte al tiempo que tus lágrimas escapan sin querer.
Ser madre es mirarte mientras duermes, y pedir a todos los dioses que te ayuden a ser la persona más feliz de la tierra.
Ser madre, tu madre, es despertar con el propósito de luchar, cada día, cada segundo, incluso cuando tus fuerzas te quieren abandonar.
Ser tu madre, hija mía, es el mejor regalo que me ha hecho la vida.
Cuando leas esto, hija mía, toma mi mano. Seguiré estando aquí. Mírame. Aunque ya seas muy mayor, abrázame. Como cuando eras pequeñita. Y me hacías tocar las estrellas en cada beso.
Te quiero.
Desde que supe que serías mi pequeña tesoro.